Cienfiebres Musicales #23: Efemérides discográficas en 2021


Regreso de Cienfiebres Musicales tras un mes sabático. Primer episodio del año destinado a repasar, precisamente, discos que este 2021 cumplen aniversarios significativos. También habrá hueco para algunas novedades que ya nos va dejando el presente curso.

Suenan:

JOHN COLTRANE: My favourite things (sintonía)
DAVID BOWIE: Life on Mars
BELLE & SEBASTIAN: Like Dylan in the movies
PJ HARVEY: The glorious land
STONE ROSES: All for one
STEPHEN’S SHORE: Midvert
LOS PLANETAS: El negacionista
JANE WEAVER: Heartlow
LOS HERMANOS CUBERO: Problemas a los problemas
AARON FRAZER: Bad news

BLACK REBEL MOTORCYCLE CLUB: Whatever happened to my rock’n’rll (punk song) (CdF23)
SUPER CADAVER: El sol me quema (CdF23)

Las fiebres musicales de enero (I)

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O qué sé yo. Una miscelánea para contar qué he escuchado, por qué lo he hecho (si es que lo sé) y, como novedad, proponer, compartir o sugerir las novedades descubiertas en estos primeros días de 2017 (aunque esto lo leeréis en otro post) Todo esto, adelanto, podría ser la base que conformase un futurible propósito para este año que me he marcado: hacerme (preparando risas enlatadas) podcaster (adelante, descojónense sin miedo) Hacer radio, si lo prefieren, desde casa. Pero bueno, de eso ya hablaremos. Al turrón.

Con todo, qué mejor forma de empezar que comenzar mencionando algo que no he escuchado. Sí. Y es que como todos los eneros, tengo por costumbre hacerme con el número de dicho mes de la revista Rockdelux. Esta publicación, además de traer las listas de ‘lo mejor del año’, viene acompañada con un CD que también trata de recopilar ese ‘lo mejor de’. Bien. Pues ese CD sigue en su plástico. Dicho lo cual…

Una de las noticias de este mes de enero ha sido que ha hecho frío. En serio. Así andamos, amigos. Puestos a asociar un género con este fenómeno atmosférico, no sé, a mí se me ocurrió aquella etiqueta que triunfó hará cosa de unos 5 o 6 años: la indietrónica. ¿Os acordáis? Yo tampoco. Bueno, el caso es que un disco gélido para días fríos fue ese estupendo «Neon golden» de The Notwist.

Cambiando radicalmente de tercio, este mes se ha degustado con bastante frecuencia a los Kinks. Y hablando de estos señores no hace falta dar mayores argumentaciones. Son los putos amos y listo. Diré, eso sí, que en mi fluctuante listado interno de canciones favoritísimas «Autumn almanac» ha pegado un importante subidón.

Se ha revisado a Bowie, claro, al cumplirse un año de su muerte. Especialmente, algunos de los discos que aparecían reseñados en este documental (que, desgraciadamente, ya no se puede ver a la carta) que emitieron en La 2 (del «Hunky dory» al «Station to station», si no recuerdo mal)

Un par de tardes con los Hollies también nos pegamos. En plan terapeútico. Y es que, joder, qué bueno es ese «Beat group!».

El amigo Aldana me dio a conocer Flake Music, el proyecto previo a los Shins. Y a ellos suenan, claro. Y una cosa llevó a la otra y disfrutamos, como siempre, del «Chutes too narrow» y, ya de paso, de lo nuevo de los Albuquerque. Pero eso lo comentamos en el otro post, va.

El señor Ranedo me hizo conocer a Los Auténticos. Y esta ha sido, quizá, la fiebre más intensa de enero. Una banda de Castellón que, hasta el momento, desconocía. Y una obra recopilatoria de su exigua discografía, «Polvo de estrellas», con la que he descubierto un pop con ecos a sonidos de los 60 con un toque nuevaolero fantástico. Temas como «La estrella», «Mi abuelo» o, mi favorita, «No me importa», guitarreros, pegadizos, adorables y deliciosamente ingenuos, una ingenuidad propia de la época. Una fiebre que me ha llevado a comprar esa edición que han sacado Lemuria Music con vinilo, tres CD’s (maketas, grabaciones y demás) y un extenso libreto con toda la historia de la banda de La Plana. Una adquisición que, confieso, me ha llevado a sentirme una especie de intruso a un tesoro que conocían unos pocos y a quienes, creo yo, irá dirigido un trabajo como el comentado. O sea, cienfebrismo advenedizo a tope. Y para acabar, una pregunta retórica: ¿de qué grupo que ahora idolatro podrán sacar dentro de 30 años o así un homenaje como el de este «Polvo de estrellas» de Los Auténticos?

Derivado de lo anterior, Los Pistones. La fiebre mencionada me llevó a ellos antes de tener en casa ese «Polvo de estrellas». Bienvenidos siempre Los Pistobes, por supuesto.

Otra de las noticias del mes ha sido, sin duda ninguna, la toma de posesión de Donald Trump como presidente de los EEUU. Esto me llevó a ponerme a una de mis bandas favoritas de siempre y que, aunque a muchos no se lo parezca, una banda con muchísima carga política (y no precisamente en la línea de Trump): los House Martins. Tal es así, que por algún lado compartí, incluso, una arenga que aparece escrita en el libreto del «Hull 0 London 4»: ‘Don’t try gate crashing a party full of bankers. Burn the house down!’

Y escuché a los León Benavente antes de verles en el Antzoki. Un Antzoki que colgó el cartel de ‘No hay billetes’ para recibir a esta banda cada vez más consagrada y que, a día de hoy, empiezan a posicionarse como nuevos adalides del indie-mainstream (aunque estos, a diferencia de otros representantes del mismo, con bastante más mala leche) gracias, además de por sus discos, a unos directos arrolladores, como bien volvieron a demostrar en su visita a Bilbao.

Y hablando de preparar conciertos, ahora que acaba el mes de enero, hay que ir ambientándose ante la gran cita que tenemos el próximo día 24 de nuevo en el Antzoki. Que vienen los Teenage Fanclub, señora, y a estos hay que guardarles absoluta reverencia y a estos es un placer escucharles antes, durante y después por lo que a ello nos hemos puesto ya.

Bueno, hasta aquí. Seguido, mientras la familia duerme, preparo el post con las novedades de este mes de enero, ¿vale? Y ya lo leéis en otro post, ¿ok? En todo caso, con lo uno y con lo otro, ¿veis que todo esto con un poco de palique da para podcast? Pues eso, que lo sepáis…

Mi cosecha 2016. Los discos.

¡Felices Listas 2016! Sí, como cada año, en estas fechas, nos paramos a recopilar lo que más nos ha gustado o más hemos disfrutado en cuanto a discos, libros, películas o recetas de cocina, qué sé yo. Y lo hacemos, claro, con el fin último de mirarnos al ombligo, de postularnos como poseedores de una opinión (una verdad, nuestra verdad) respecto a productos culturales o de otra índole y, al fin y sobre todo, para sugerir y compartir títulos que puedan servir a otros y, en el caso de que juguemos a esto como receptores, para descubrir de una tacada cosas que se nos han escapado… Muy divertido todo, ¿verdad?

Luego podemos hablar de cómo se elaboran las susodichas. Leía un post de Joserra Rodrigo en el que decía que él no está de acuerdo en categorizar estas listas mediante un formato “top”, es decir, ordenadas de menos mejor a más mejor, por decir algo. Lo argumentaba exponiendo que, al final, todos y cada uno de los, en este caso, discos que apuntaba en su repaso a 2016 le habían emocionado de alguna manera y que estas emociones no pueden o no deben cuantificarse o diferenciarse entre sí. Compro. Acepto el razonamiento pero también creo que, entre lo apuntado, siempre hay cosas que llegan más, que emocionan igual pero, quizá, con distinta intensidad… o, volviendo al primer párrafo, diré que compro pero que me resulta más divertido culminar el listado con un podium, etcétera… y si hacemos esto (o al menos yo lo hago) es, insisto, para divertirnos, generar cierto debate y demás.

Va, hasta aquí. Cierro ya esta extensa introducción y doy paso a mi cosecha 2016 en lo que a discos se refiere. Este año son doce los álbumes seleccionados, discos que, en su gran mayoría, han acabado en el estante de mi discoteca doméstica (indicador decisorio aunque también los hay que he comprado y no aparecerán y otros que aparecen y no he adquirido), discos que he escuchado en mayor o menor medida y que, haya escuchado más o menos, por la razón que sea, han acabado cautivándome emocionalmente. O sea, lo de siempre. Venga, va, ahí van… Espero vuestras reacciones.


12.- LEON BENAVENTE: 2

Admito que la fórmula de este segundo trabajo de los León Benavente no me cautivó en principio (¿un abuso de algo parecido al “spoken word”? WTF!) pero he de admitir también que, como me ha pasado muchas veces (y me seguirá pasando), un concierto basado en dicha obra acaba llevándome a verlo de otra forma. Y, de esta forma, tras flipar con el directo que ofrecieron en la pasada edición del Bilbao BBK Live, mi consideración hacia este “2” varió hasta tal punto de incluirle en el puesto duodécimo de mi cosecha 2016.


11.- TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO: “Salve discordia”

Me siguen pareciendo una de las mejores cosas que le ha pasado al pop español en los últimos años y me reafirmo en esa opinión con cada nueva entrega de los gallegos. “Salve discordia” es un discazo con la intensidad y la suciedad marca de la casa y con hits tan redondos como el sinlge “Baila sumeria”. Y ya.


10.- THE LAST SHADOW PUPPETS: “Bad habbits”

Habida cuenta de que su anterior trabajo, “The age of the understatement”, me parece, ATENCIÓN, uno de los mejores discos de lo que llevamos de siglo XXI, las expectativas con las que aguardaba el regreso de Turner y Kane eran elevadas y, por tanto, como suele ocurrir en estos casos, no han sido alcanzadas. A pesar de ello, este “Bad habbits” sigue manteniendo una línea lo suficientemente elegante y evocadora como para ser destacado. Y, ojo, que no he metido su reciente EP, “The dream synopsis”, por el formato y por destacar el LP pero cabría perfectamente como gran fruto de la cosecha.


9.- PJ HARVEY: “The community of hope”

Amigos puristas del rock, yo os confieso: soy más de la Polly Jean desde “Stories from the city, stories from the sea” en adelante que de sus trabajos anteriores. Una Harvey más introspectiva, profunda, susurrante, que expresa su rabia de forma más sutil. Esta nueva PJ alcanzó, sin duda, el culmen con su disco anterior, “Let England shake” pero el álbum que ha sacado este año no le va a la zaga. No deja indiferente y emociona intensamente y con eso es más que suficiente. Y, aparte, ¿es “The Wheel” una de las canciones del año? Yo diría que sí…

8.- TELEGRAM: “Operator”

Uno de los descubrimientos del año. Llegué a ellos porque formaban parte del cartel del festival Bilboloop y, picado por la curiosidad, me los busqué en Spotify y, pensando en encontrarme con algo así como más, digamos, moderno, cual fue mi sorpresa al encontrarme con un disco que parecía del 78, que sonaba a Buzzcocks, a Undertones y toda la pesca. Un disco que me ha encantado, me ha divertido y que podría sonar (como de hecho suena) en eventos como Bilboloop pero también tendría cabida en garitos netamente underground como El Tubo de Baraka. Muy dabuti.


7.- THE DIVINE COMEDY: “Foreverland”.

Hay dos nombres en este listado que, aunque hubiesen hecho discos mediocres, seguramente habrían seguido apareciendo porque uno es demasiado fan de ambos. Uno lo vemos luego y el otro es Divine Comedy, esto es, el puto amo de Neil Hannon. De hecho, reconozco que “Foreverland” no va a ser mi disco favorito de los irlandeses pero su teatralidad, su pop dandi, sus arreglos y el buen rollo que destilan lo siguen situando muy por encima de los trabajos de mogollón de gente. Si a esto le añadimos que el concierto que ofrecieron en el teatro del BIME ha sido uno de los mejores directos que he visto este año, pues queda todo dicho.


6.- DMA’S: “Hills end”

Tan habitual como comprar polvorones o las cenas de empresa en diciembre está, en mi caso, el acto de incluir una dosis de britpop clásico en mis listas de lo mejor del año. Es mi sub-género favorito, quizá porque se afinca al recuerdo de mi cada vez más lejana adolescencia, y, por lo tanto, cada vez que aparece algo por ahí en esta onda (con un mínimo de calidad, se entiende) lo devoro y disfruto. Este curso, de hecho reitero la dosis con unos mozalbetes australianos que también formaron parte de mi cosecha de 2015. Los DMA’S son, a día de hoy y en mi humilde opinión, los mejores homenajeadores a los parámetros que me conquistaron a mediados de los 90 y, sólo por ello, a mí ya me tienen ganado.

5.- FRANK OCEAN: “Blonde”

Estas cosas me flipan. Escucho aleatoriamente una de esas listas que genera la plataforma Spotify en base a los gustos de uno y, de repente, suena algo que, a priori, está muy alejado de los estilos que suelo degustar. Y me flipa porque, de repente, eso que suena me flipa, me encandila, me sorprende, me resulta llamativo y me lleva a escuchar no sólo la canción que clama mi atención sino el disco entero en la que aparece y el disco entero me parece estupendo. Y estamos hablando, amigos, de un tal Frank Ocean (que me sonaba de ser uno de los nombres más aclamados en las publicaciones musicales más in de los últimos años), tipo al que se le mete en el saco del hip-hop (¿yo escuchando hip-hop?) aunque yo advierta guiños soul, gospel y demás rasgos negroides a los que puedo estar más acostumbrado… E insisto, me encanta y me encanta que me encante algo así… Y no recordaba que me pasase algo así desde el “Endtroducing…” de DJ Shadow… Y eso, que “Blonde” me parece uno de los trabajos más bellos de 2016.


4.- TEENAGE FANCLUB: “Here”.

Este es el otro que os decía hablando del disco de Divine Comedy. La banda a la que le habría incluido aunque su nuevo disco hubiese sido furruñé. Pero, claro, en este caso, jugaba sobre seguro: ¿cómo los enormes Teenage Fanclub van a hacer un mal disco? IM-PO-SI-BLE. Son los orfebres sencillos, majos y simpáticos que transmiten belleza, emotividad, buen gusto y cuyos discos se pone uno casi a diario. El otoño de 2016 ha sido el mejor otoño en años gracias a “Here” y su portada es, sin lugar a dudas, la más bonita del presente curso. Ay, qué ganas de verles el próximo 24 de febrero en el Antzoki.

3.- DAVID BOWIE: “Blackstar”

No va a ser mi disco favorito de Bowie. De hecho, confesaré que analizándolo desde un punto de vista estrictamente musical, quizá ni siquiera le habría incluido entre mis cinco favoritos del año. Entonces, ¿por qué “Blackstar” se lleva mi bronce de 2016? Elemental: porque este disco se convierte en el epílogo perfecto a la vida de un artista TOTAL; la rúbrica sonora perfectamente adaptada al momento que el propio David Robert Jones identificó como el de su final, al que quiso dotarle de una banda sonora oscura, de un réquiem solemne y experimental, por momentos siniestro aunque con atisbos luminosos y esperanzadores… En definitiva, ¿cómo no?, ¿cómo no voy a valorar como se merece un acto así?


2.- THE BRIAN JONESTOWN MASSACRE: “Third World pyramid”

De cabo a rabo. De principio a fin. Del primer segundo al último. Si alguno de los discos que aparecen en esta lista fuesen analizados por la redondez de su conjunto, sin más elementos en consideración, este trabajo de The Brian Jonestown Massacre se llevaría la palma. ¡Qué intensidad!, ¡qué enganche he tenido (tengo) con él! ¡Qué ración de rock lisérgico más bien digerida! En fin, que todo son alabanzas para cada uno de los nueve cortes (“Government beard” quizá sea mi canción del año) de este trabajo, de este grupo al que, hasta ahora, no le había prestado excesiva atención y del que ahora ando revisando toda su discografía. Si está aquí, en el segundo escalón del podium, es porque esta es la lista de Cienfiebres y este álbum me ha enfebrecido. Enorme.


1.- THOSE PRETTY WRONGS: “Those pretty wrongs”

Pero el disco de 2016, para mí, es éste. El más bonito. El más Beatle. El más delicado. El más elegante. El más emocionante. El más sugerente. El que más he escuchado. El que más ha gustado en casa. El que más he recomendado. El que he regalado. El que me ofreció la posibilidad de disfrutar de uno de los conciertos más guapos del año. El que me ha hecho redescubrir a Big Star. El más amable. En el que la mayor parte de la gente cuyas opiniones musicales respeto y admiro ha coincidido. El mayor descubrimiento del año. El disco. El disco del año: “Those Pretty Wrongs” de Those Pretty Wrongs. Que me callo ya y que lo escuches. De nada.

PD: ha habido otros discos que me han gustado y que recomiendo encarecidamente pero que se han quedado fuera de la lista por poco. Por ejemplo los últimos de: Suede, Parquet Courts, WAS, Novedades Carminha, Kokoshca, Michael Kiwanuka, Franco (¿es “Neoliberal” una de las canciones del año?, ¿debería hacer una lista con las “Canciones del año”?), Quique González, Is Tropical, The Hinds, Wilco, Allah-las, Dodgy, Los Wallas, Dr. Maha’s Miracle Tonic (aunque éste aún no lo he escuchado)…

14 de enero. Mi Banda Sonora.

De 2016. Feliz año y tal. ¿Qué tal? Aquí estamos, aunque no lo parezca. Enfebrecidos, claro, aunque no lo compartamos. Fiebres musicales, laborales, futboleras, etcétera. Lo de siempre, vaya. Para ser el primer post que escribo en este año igual me tendría que poner más sesudo y tal, hacer algo como más elaborado pero, mira, no. Me quedo dándoos la vara con lo que he escuchado, escucho o dejo de escuchar, que siempre es más sencillo que generar una pieza de interés o atractiva.

Diré, eso sí, que Mi Banda Sonora, como sección de Cien Fiebres, se ha diluido un tanto en lo que a su característica de regularidad hace referencia. Como muestra, decir que la última entrada al respecto fue el ¡¡20 de noviembre!! Dos meses, prácticamente. Bueno, es igual, con mayor o menor asiduidad, seguiré alimentándola (caigo en la cuenta de que estos preámbulos escritos para explicar las ausencias de equis contenido en el blog son absolutamente innecesarios y carentes de interés para mi audiencia pero, al mismo tiempo, no sé por qué, no puedo evitar escribirlos)

Bueno, va… Al turrón. Tirando de algunas de las cosas que he ido compartiendo desde la mencionada fecha en las distintas redes sociales destacaría el descubrimiento del disco de Sierra, “Tiene mucha fuerza”. Muy interesante.

He de mencionar que hemos escuchado mucho en casa a Petit Pop a raíz del concierto que ofrecieron el pasado 26 de diciembre en La Ribera, organizado por unodos!! Música para niños que, como dice mi amigo Javi, parece que gusta más a los padres.

El fin de año conllevó recopilar mi Cosecha de 2015 y eso, a su vez, me llevó a volver a escuchar algunas de las cosas editadas en los pasados doce meses.

La tradicional compra del número de enero de la Rockdelux y la consiguiente escucha de su CD ha capitalizado Mi Banda Sonora en el coche y de lo que aparece en dicho recopilatorio destacaría la maravillosa canción de Julia Holter “Feel you” o el tema de Destroyer o el de Ezra Furman… Y más. Les ha quedado un CD bonito, la verdad.

Los Reyes me trajeron, fundamentalmente, libros y un par de vinilos, los cuales, obviamente, conformaron buena parte de Mi Banda Sonora de los últimos tiempos. Estos fueron el “Suede” de Suede y el “The Shepherd’s dog” de Iron & Wine.

Y Bowie, claro. Esta semana arrancó desayunándonos con el fallecimiento de una de las mayores figuras de la música pop contemporánea. A los 69 años de edad, David Robert Jones abandonaba físicamente este mundo tras 18 meses de enfermedad. No me extenderé en mayores loas o repasos a su trayectoria porque es muy posible que ya hayáis leído de todo y, si no lo habéis hecho, podéis encontrar piezas infinitamente mejores que lo que yo pudiese escribir aquí. Diré que su muerte, a diferencia de las de otros personajes públicos, sí me ha impactado. Era un tipo especial, diferente, con un atractivo indudable que incluso parece que ha dejado preparada su marcha con un disco salido a la venta apenas dos días antes de su deceso. Su legado queda. Su marcha, asimismo, ha conllevado que me pusiese en casa estos días algunos de sus discos. Hacía mucho que no lo hacía y ha sido todo un gustazo hacerlo. Volver a escuchar esas canciones de cuando era todo un mito entre la aristocracia mod. Volver a disfrutar del “Ziggy Stardust & the Spiders from Mars” o, sobre todo, mi disco favorito de Bowie, el “Hunky Dory” ha sido todo un gustazo. Una pena que estos álbumes hayan capitalizado mi banda sonora de estos días por la causa que lo ha hecho. Una suerte redescubrirlos y haber podido acceder estos días a muchas cosas, historias, anécdotas, detalles, etc, sobre, este sí, todo un galáctico.

Y ésta, amics, ha sido Mi Banda Sonora de las últimas semanas, fechada en el día de hoy, jueves, 14 de enero de 2016. Buenas tardes.

20 de noviembre. Mi Banda Sonora.

¿Os acordáis de aquello de Mi Banda Sonora? Sí, hombre, eso de tratar de mantener un diario personal cuyo hilo conductor fuese los discos o canciones que escuchase diariamente… Bueno, pues por si alguien no se había dado cuenta, no actualizo dicho diario desde el pasado 22 de septiembre. Prácticamente, dos meses.

Y sí, claro que he escuchado canciones y discos. Lo que no he tenido son ganas o tiempo para compartirlo. Ya os lloré en ese sentido por lo que no me extenderé. A bote pronto, podría recordar, en estos casi 60 días, escuchas asociadas a mi asistencia al BIME (Richard Ashcroft, The Go! Team, Iron & Wine), fiebres derivadas de la mencionada asistencia (Michael Kiwanuka sobre todo)

He escuchado a Paco Ibáñez (sí, Paco Ibáñez) dado que fui a ver a este radical octogenario al Arriaga; me dio hace unos días por revisarme la discografía de los Charlatans (vaya usted a saber por qué) o he pinchado en casa las últimas adquisiciones (desde Ike & Tina Turner, pasando por La Costa Brava y terminando, qué sé yo, en Grapefruit)

En fin, que había material para rellenar el dietario pero ha habido demasiadas prioridades ajenas a este blog, la mayoría de ellas de carácter laboral o pseudolaboral. Supongo que aún las hay por lo que no me voy a comprometer al mantenimiento diario de Mi Banda Sonora.

En ese sentido, algo que me ha trastocado profundamente en las últimas semanas ha sido un cambio, el que emprendo en escasos minutos, dejando mi puesto en el que ha sido mi trabajo durante los últimos cinco años y pico y que tendrá su continuación en una nueva aventura que arrancará la mañana del próximo lunes.

Acabo de despedirme de mis compañeras y compañeros. Es un hasta luego, sí, pero me ha dado cosica. Siempre me han atraído los cambios y este no es una excepción pero el proceso de despedida siempre es emocionante. En fin, que no me voy a extender para que no se me meta nada en el ojo por lo que despediré este post con una canción que describe de forma muy evidente este trastorno mencionado, este cambio de aventura, trabajo, empresa, etcétera que me ha absorbido buena parte de mi tiempo estas semanas. «Changes» de David Bowie es mi banda sonora perfecta para este día.

Buenas tardes.