Cienfiebres Musicales #6: Listas Tontas

Hoy en el número 6 de Cienfiebres Musicales, versión radiofónica de las Listas Tontas de cienfiebres.com, concretamente de las dos últimas (Mis 10 del 21, nacional e internacional), instigadas por el bueno de Luisbe Despachopop.

Junto a ello, un repaso a mis discos y canciones favoritas de lo que llevamos de 2020.

Un programa, en definitiva, sencillo y desengrasante para afrontar los rigores de un verano pandémico y para homenajear a «Alta Fidelidad», el libro de Hornby de cuya edición se cumplen 25 años, y la peli de Frears, de cuyo estreno se cumplen dos décadas.

Suenan:

Nacho Vegas
La Costa Brava
Delorean
Triángulo de Amor Bizarro (x 2)
Arcade Fire
Michael Kiwanuka
Vetiver
Futuro Terror
Los Estanques
The Masqueraders
Colorama
El Goodo
The Divine Comedy
Charades

Mis 10 (internacionales) del 21 [LISTAS TONTAS]

«Le voy a mandar un wathsapp a Luisbe y le voy a proponer que publique otra como ésta pero de bandas internacionales». Y lo hice, después de publicar Mis 10 del 21 nacionales. Y me consta que el bueno de Luis andaba dándole vueltas, pero supongo que con el verano de por medio, las vacaciones y demás, pues aún no he tenido tiempo. Yo sí, más que nada porque aprovecho las sobremesas y las consiguientes siestas de la familia para hacer este tipo de historias. Y además esta la quiero meter ya porque, a su vez, voy a aprovechar ambos post para el número 6 de Cienfiebres Musicales.

Pues nada, ahí os dejo, mis 10 bandas o artistas internacionales de lo que llevamos de siglo que, como siempre se dice en estos casos, podrían haber sido otros diez ya que he dejado un buen número de bandas en el tintero, pero hoy son éstos los seleccionados:

DOVES

Hubo un momento, allá a inicios de siglo, en el que tras el bombardeo britpopero de medidados de los 90, se produjo una especie de reacción de bandas inglesas llamémoslas intensitas (creo que algunos llegaron a llamarles los Nuevos Nuevos Románticos) que nos dejaron muy buenos discos: Coldplay (quienes más lo petaron a nivel comercial), Snowpatrol, Starsailor, Turin Brakes, Travis… y estos Doves, quienes, a mi modo de ver, fueron los mejores, los que más disfruté, los que más me fliparon cuando tuve la oportunidad de verles en directo y de los que, en mi opinión, mejor envejecen sus álbumes (me estoy acordando de una anécdota con un borracho después de ver a los Cut Copy en Bilbao en la que me dijo que Doves era la banda que más le gustaba escuchar mientras follaba… pero bueno, eso lo dejaremos para otra entrada y, si queréis, podéis leer la crónica de aquel concierto que escribí en LFA en el que la menciono de pasada)

ARCADE FIRE

Un poco en la misma liga que los Doves, aunque sonando diferentes y llenando estadios. Sus tres primeros trabajos son para enmarcar y creo que han hecho méritos suficientes para convertirse en una de las bandas más importantes, sin duda, de lo que llevamos de siglo. Ya escribí sobre los canadienses en Mi Banda Sonora por lo que no me explayo más.

THE POSTAL SERVICE

La indietronica fue una etiqueta que también emergió con el estreno del siglo. Postal Service fue uno de sus principales representantes, con un pop intimista y delicados y sofisticados tañidos electrónicos. Además, dado que sólo publicaron un disco, el fantástico «Give up», se les podría catalogar como uno de esos proyectos de culto.

FRANZ FERDINAND

Otros que despuntaron en el XXI. Los escoceses capitaneados por Kapranos nos trajeron fiesta y oportunidades para hacer el cafre en sus conciertos cuando aquella especie de revival del postpunk era lo más. A este respecto, creo que Franz Ferdinand me han brindado de los mejores momentos en un directo en estos años, por no hablar del buen número de himnos («Take me out», «Do you want to») que nos han brindado para desgañitarnos y por los que, en definitiva, bien merecen entrar en esta lista tonta.

IRON AND WINE

Me imagino a Sam Beam como el típico tipo que todo padre y madre querría para su hija: encantador, delicado, servicial, trabajador, paternal, amantísimo. Lo digo en serio. Y encima el tío hace unas canciones preciosas y muy emocionantes. En cualquiera de sus trabajos. Nos ponemos uno de sus discos en casa Ana y yo y nos ponemos más tiernos y felices. Fuera coñas.

THE LAST SHADOW PUPPETS

Sólo por su primer disco, «The age of understatement», tienen que estar aquí. Que unos mozalbetes como Alex Turner y Miles Kane se currasen un disco que desde el minuto cero se convirtiese en clásico, que desprendiese la elegancia que desprende y que me hiciese viajar por películas de espías de los 60 ataviado con una fabulosa levita, me parece algo extraordinario. Sus dos siguientes trabajos (LP y EP) no están mal pero quedan lejos de ese inconmensurable debut.

AMY WINEHOUSE

Es un mito y resulta casi obvio incluirla aquí. Pero más allá de su triste historia y dramático final, dejó una colección de canciones que la convirtió en una de las grandes divas del soul contemporáneo. Sus temas siguen sonando fabulosos y sus letras adquieren un significado muy especial habida cuenta de los acontecimientos.

SHARON JONES & THE DAP KINGS

Parte de las letras que me han sobrevenido para Winehouse podrían valer, en cierto modo, para la señora Jones. La otra gran diva del soul en lo que llevamos de siglo XXI que, desgraciadamente, también nos dejó antes de tiempo. Y como la anterior, fantásticos discos y canciones como legado. Nos ha dado mucho; se aplicó en eso de Give the people what they want.

MICHAEL KIWANUKA

Quizá uno de los artistas más respetados en la actualidad y uno de los más queridos y escuchados en casa en los últimos años. Tres discos como tres soles en los que se conjuga un pop pluscuamperfecto, un delicado folk que, personalmente, a veces, me recuerda a Nick Drake y un soul combativo que deja de lado lo lúdico y se pone en modo combate. Y todo esto lo amalgama de forma inmaculada. De diez. Apostaría a que dentro de cuarenta años se hablará de este chico como ahora se habla de los mitos más grandes.

VETIVER

Cuando antes me refería a Iron & Wine, he de agradecer, además de a mi amigo Javi, a Vetiver su descubrimiento. Quizá el grupo de San Francisco fue el que me propició una fiebre en torno al folk americano y sonidos agrestes. Todos y cada uno de sus álbumes me hacen pensar que sigue habiendo esperanza y eso no es moco de pavo. Maravillosos.

Algunas recientes fiebres musicales

He tenido fiebres musicales últimamente, claro. Me apetece hablaros de ellas. De forma intrascendente, claro. Así, por comentar y tal. Sin profundizar, obvio. Para qué. Según me va viniendo, va.

Lagartija Nick. Nunca he sido fan. Ni lo voy a ser. Pero su último disco, “Los cielos cabizbajos”, me ha emocionado… su temática, su portada, su música… lo he intentado con los anteriores y como diría aquel, no es no.

Los Enemigos. A raíz de esta entretenida (y extensa) entrevista a Josele Santiago en la Jot. Y tampoco me haré fan pero su disco “La cuenta atrás” me ha encantado. Otro al que le he dado vueltas, “La vida mata”, en cambio, me ha recordado por qué no me molaban. Y no sé explicar ni lo uno ni lo otro.

Amaia. Sí, Amaia. Sí, la de OT. Después de Los Enemigos. No la había escuchado por el prejuicio del reallity y aún cuando voces para mí autorizadas la reivindicaban. Tanto en directo como en disco un producto (perdón) digno, bello, sofisticado y elegante. De lo mejor del año a nivel patrio.

Hablando de lo mejor del año (y con la vista ya puesta en empezar a pergeñar la consabida Cosecha del 19) algunos anticipos que estarán sí o sí en la misma: el de Doug Tuttle (“Dream road”) sencillamente maravilloso; el nuevo de Comet Gain (“Fireraisers forever”) que lo tiene todo para gustar a alguien como yo; el de Kiwanuka (“Kiwanuka”) que lo tiene todo para convertirse en clásico atemporal.

Nacho Vegas. No encuentro explicación. ¿La situación política me habrá llevado a él? Puede ser. El caso es que me está gustando muchísimo pero muchísimo más de lo que pensaba. Qué cosas. Fiebre con Nacho Vegas y con Woody Allen. Ya ven. Pero lo del neoyorkino lo dejamos para el improbable día que hablemos de mis fiebres cinematográficas.

Belle & Sebastian. A raíz de su último disco (la banda sonora “Days of the Bagnold Summer”) y confirmar, con sus nuevas canciones, que quieren regresar a sonar como en su maravillosa etapa Jeepster. Ojalá. El caso es que les debo un monográfico aquí. Me lo anoto en rojo en la libreta.

El BIME.En realidad me apatecía una crónica del festival que se celebró el primer fin de semana de noviembre en Barakaldo, pero al final, por hache o por be, nada. Decir que me lo pasé muy bien, que fue especial porque fui con Ana en plan novios y porque aunque no acudía con grandes expectativas en cuanto a lo musical, disfruté mucho con varios conciertos. Y todo pese a que el nombre que me hizo comprar el abono de cabeza, el de Michael Kiwanuka, acabó cancelando.

Enric Montefusco: atrayente. Debí prestarle más atención porque, a pesar de saludar a un amigo y charlar un rato con él durante su concierto (sin molestar, quiero pensar) el catalán me atraía, me llamaba (su último disco, “Diagonal”, me ha encantado, por cierto).

Amaia: ahí la descubrí. No digo nada más (amén del fenómeno fan que convocó y la sensación de que puede ser un icono entre el público gay… ¿puede ser?)

Kraftwerk: de lo que más me apetecía. No decepcionó. De hecho, flipé, sin ser yo seguidor de los alemanes.

Foals: me sentí viejo. Y agradecí sentirme así. Pues eso: que a lo mejor con veinte años los habría gozado pero ahora… amén que la fórmula ya me parece cansina. Aún así, sonaba increíble y entendería que se haya calificado de lo mejor del festival. Pero a mí, bluf.

Morgan: psché. Abandonamos sin verlo acabar. Todo el mundo me los recomendaba encarecidamente. Yo no los conocía. Es más, pensaba que cantaban en castellano y que iba a ser una onda Vetusta Morla o algo así. Pues no. Ni parecido. Aún así una cosa muy muy normalita. De esas que no acabas de entender su éxito.

Los Estanques: guau. No me compraría sus discos pero les volvería a ver en concierto. Una propuesta curiosa en la que se entremezcla el rock sinfónico, con el free jazz y el pop (de querencias andaluzas, aunque facturado en Cantabria). No es mi rollo pero me dejó clavado.

Carolina Durante: su cantante es muy chillón y me pareció que el sonido no les favoreció. A pesar de ello, me gustan mucho y tienen un arsenal de canciones-himno. Me apetecía mucho verles y me quité el chinche, aunque no fue la hostia.

The Divine Comedy: Neil Hannon es el puto amo y nunca falla. A pesar de ello, no ha sido el mejor concierto que les he visto y, para más inri, se encontraron (nos encontramos) con una parte del público mal educada e irrespetuosa (por cosas así es por lo que cada vez me dan más pereza los festivales)

Brittany Howard: el (otro, junto a Amaia) gran descubrimiento del festival. Un abrasivo recital de soul, rock y gospel que nos dejó perplejos. A darle a los Alabama Shakes (aunque me temo que los discos no me van allegar tanto)

Jamiroquai: pensaba que iba a ser la anécdota, la broma (de mal gusto al ver que anunciaban que había sido diagnosticado de amigdalitis por la mañana) o la gracieta del festival y, desde que comenzó y hasta que terminó (casi dos horas, si la memoria no me falla), me dejó ojiplático, boquiabierto y haciéndome bailar (sí, bailar, yo) aunque no quisiera. Impresionante deleite de soul, funk con un Jay K en un estado de forma deplorable pero al que hay que aplicarle eso de “el que tuvo retuvo” (además de estar excepcionalmente acompañado por coros y orquesta). El concierto del BIME y uno de los conciertos del año.

Ale, fin. En los próximos días, más música.

*La foto, una de las pocas decentes que hice en el BIME. De Neil Hannon y sus Divine Comedy.

Mi cosecha 2016. Los discos.

¡Felices Listas 2016! Sí, como cada año, en estas fechas, nos paramos a recopilar lo que más nos ha gustado o más hemos disfrutado en cuanto a discos, libros, películas o recetas de cocina, qué sé yo. Y lo hacemos, claro, con el fin último de mirarnos al ombligo, de postularnos como poseedores de una opinión (una verdad, nuestra verdad) respecto a productos culturales o de otra índole y, al fin y sobre todo, para sugerir y compartir títulos que puedan servir a otros y, en el caso de que juguemos a esto como receptores, para descubrir de una tacada cosas que se nos han escapado… Muy divertido todo, ¿verdad?

Luego podemos hablar de cómo se elaboran las susodichas. Leía un post de Joserra Rodrigo en el que decía que él no está de acuerdo en categorizar estas listas mediante un formato “top”, es decir, ordenadas de menos mejor a más mejor, por decir algo. Lo argumentaba exponiendo que, al final, todos y cada uno de los, en este caso, discos que apuntaba en su repaso a 2016 le habían emocionado de alguna manera y que estas emociones no pueden o no deben cuantificarse o diferenciarse entre sí. Compro. Acepto el razonamiento pero también creo que, entre lo apuntado, siempre hay cosas que llegan más, que emocionan igual pero, quizá, con distinta intensidad… o, volviendo al primer párrafo, diré que compro pero que me resulta más divertido culminar el listado con un podium, etcétera… y si hacemos esto (o al menos yo lo hago) es, insisto, para divertirnos, generar cierto debate y demás.

Va, hasta aquí. Cierro ya esta extensa introducción y doy paso a mi cosecha 2016 en lo que a discos se refiere. Este año son doce los álbumes seleccionados, discos que, en su gran mayoría, han acabado en el estante de mi discoteca doméstica (indicador decisorio aunque también los hay que he comprado y no aparecerán y otros que aparecen y no he adquirido), discos que he escuchado en mayor o menor medida y que, haya escuchado más o menos, por la razón que sea, han acabado cautivándome emocionalmente. O sea, lo de siempre. Venga, va, ahí van… Espero vuestras reacciones.


12.- LEON BENAVENTE: 2

Admito que la fórmula de este segundo trabajo de los León Benavente no me cautivó en principio (¿un abuso de algo parecido al “spoken word”? WTF!) pero he de admitir también que, como me ha pasado muchas veces (y me seguirá pasando), un concierto basado en dicha obra acaba llevándome a verlo de otra forma. Y, de esta forma, tras flipar con el directo que ofrecieron en la pasada edición del Bilbao BBK Live, mi consideración hacia este “2” varió hasta tal punto de incluirle en el puesto duodécimo de mi cosecha 2016.


11.- TRIÁNGULO DE AMOR BIZARRO: “Salve discordia”

Me siguen pareciendo una de las mejores cosas que le ha pasado al pop español en los últimos años y me reafirmo en esa opinión con cada nueva entrega de los gallegos. “Salve discordia” es un discazo con la intensidad y la suciedad marca de la casa y con hits tan redondos como el sinlge “Baila sumeria”. Y ya.


10.- THE LAST SHADOW PUPPETS: “Bad habbits”

Habida cuenta de que su anterior trabajo, “The age of the understatement”, me parece, ATENCIÓN, uno de los mejores discos de lo que llevamos de siglo XXI, las expectativas con las que aguardaba el regreso de Turner y Kane eran elevadas y, por tanto, como suele ocurrir en estos casos, no han sido alcanzadas. A pesar de ello, este “Bad habbits” sigue manteniendo una línea lo suficientemente elegante y evocadora como para ser destacado. Y, ojo, que no he metido su reciente EP, “The dream synopsis”, por el formato y por destacar el LP pero cabría perfectamente como gran fruto de la cosecha.


9.- PJ HARVEY: “The community of hope”

Amigos puristas del rock, yo os confieso: soy más de la Polly Jean desde “Stories from the city, stories from the sea” en adelante que de sus trabajos anteriores. Una Harvey más introspectiva, profunda, susurrante, que expresa su rabia de forma más sutil. Esta nueva PJ alcanzó, sin duda, el culmen con su disco anterior, “Let England shake” pero el álbum que ha sacado este año no le va a la zaga. No deja indiferente y emociona intensamente y con eso es más que suficiente. Y, aparte, ¿es “The Wheel” una de las canciones del año? Yo diría que sí…

8.- TELEGRAM: “Operator”

Uno de los descubrimientos del año. Llegué a ellos porque formaban parte del cartel del festival Bilboloop y, picado por la curiosidad, me los busqué en Spotify y, pensando en encontrarme con algo así como más, digamos, moderno, cual fue mi sorpresa al encontrarme con un disco que parecía del 78, que sonaba a Buzzcocks, a Undertones y toda la pesca. Un disco que me ha encantado, me ha divertido y que podría sonar (como de hecho suena) en eventos como Bilboloop pero también tendría cabida en garitos netamente underground como El Tubo de Baraka. Muy dabuti.


7.- THE DIVINE COMEDY: “Foreverland”.

Hay dos nombres en este listado que, aunque hubiesen hecho discos mediocres, seguramente habrían seguido apareciendo porque uno es demasiado fan de ambos. Uno lo vemos luego y el otro es Divine Comedy, esto es, el puto amo de Neil Hannon. De hecho, reconozco que “Foreverland” no va a ser mi disco favorito de los irlandeses pero su teatralidad, su pop dandi, sus arreglos y el buen rollo que destilan lo siguen situando muy por encima de los trabajos de mogollón de gente. Si a esto le añadimos que el concierto que ofrecieron en el teatro del BIME ha sido uno de los mejores directos que he visto este año, pues queda todo dicho.


6.- DMA’S: “Hills end”

Tan habitual como comprar polvorones o las cenas de empresa en diciembre está, en mi caso, el acto de incluir una dosis de britpop clásico en mis listas de lo mejor del año. Es mi sub-género favorito, quizá porque se afinca al recuerdo de mi cada vez más lejana adolescencia, y, por lo tanto, cada vez que aparece algo por ahí en esta onda (con un mínimo de calidad, se entiende) lo devoro y disfruto. Este curso, de hecho reitero la dosis con unos mozalbetes australianos que también formaron parte de mi cosecha de 2015. Los DMA’S son, a día de hoy y en mi humilde opinión, los mejores homenajeadores a los parámetros que me conquistaron a mediados de los 90 y, sólo por ello, a mí ya me tienen ganado.

5.- FRANK OCEAN: “Blonde”

Estas cosas me flipan. Escucho aleatoriamente una de esas listas que genera la plataforma Spotify en base a los gustos de uno y, de repente, suena algo que, a priori, está muy alejado de los estilos que suelo degustar. Y me flipa porque, de repente, eso que suena me flipa, me encandila, me sorprende, me resulta llamativo y me lleva a escuchar no sólo la canción que clama mi atención sino el disco entero en la que aparece y el disco entero me parece estupendo. Y estamos hablando, amigos, de un tal Frank Ocean (que me sonaba de ser uno de los nombres más aclamados en las publicaciones musicales más in de los últimos años), tipo al que se le mete en el saco del hip-hop (¿yo escuchando hip-hop?) aunque yo advierta guiños soul, gospel y demás rasgos negroides a los que puedo estar más acostumbrado… E insisto, me encanta y me encanta que me encante algo así… Y no recordaba que me pasase algo así desde el “Endtroducing…” de DJ Shadow… Y eso, que “Blonde” me parece uno de los trabajos más bellos de 2016.


4.- TEENAGE FANCLUB: “Here”.

Este es el otro que os decía hablando del disco de Divine Comedy. La banda a la que le habría incluido aunque su nuevo disco hubiese sido furruñé. Pero, claro, en este caso, jugaba sobre seguro: ¿cómo los enormes Teenage Fanclub van a hacer un mal disco? IM-PO-SI-BLE. Son los orfebres sencillos, majos y simpáticos que transmiten belleza, emotividad, buen gusto y cuyos discos se pone uno casi a diario. El otoño de 2016 ha sido el mejor otoño en años gracias a “Here” y su portada es, sin lugar a dudas, la más bonita del presente curso. Ay, qué ganas de verles el próximo 24 de febrero en el Antzoki.

3.- DAVID BOWIE: “Blackstar”

No va a ser mi disco favorito de Bowie. De hecho, confesaré que analizándolo desde un punto de vista estrictamente musical, quizá ni siquiera le habría incluido entre mis cinco favoritos del año. Entonces, ¿por qué “Blackstar” se lleva mi bronce de 2016? Elemental: porque este disco se convierte en el epílogo perfecto a la vida de un artista TOTAL; la rúbrica sonora perfectamente adaptada al momento que el propio David Robert Jones identificó como el de su final, al que quiso dotarle de una banda sonora oscura, de un réquiem solemne y experimental, por momentos siniestro aunque con atisbos luminosos y esperanzadores… En definitiva, ¿cómo no?, ¿cómo no voy a valorar como se merece un acto así?


2.- THE BRIAN JONESTOWN MASSACRE: “Third World pyramid”

De cabo a rabo. De principio a fin. Del primer segundo al último. Si alguno de los discos que aparecen en esta lista fuesen analizados por la redondez de su conjunto, sin más elementos en consideración, este trabajo de The Brian Jonestown Massacre se llevaría la palma. ¡Qué intensidad!, ¡qué enganche he tenido (tengo) con él! ¡Qué ración de rock lisérgico más bien digerida! En fin, que todo son alabanzas para cada uno de los nueve cortes (“Government beard” quizá sea mi canción del año) de este trabajo, de este grupo al que, hasta ahora, no le había prestado excesiva atención y del que ahora ando revisando toda su discografía. Si está aquí, en el segundo escalón del podium, es porque esta es la lista de Cienfiebres y este álbum me ha enfebrecido. Enorme.


1.- THOSE PRETTY WRONGS: “Those pretty wrongs”

Pero el disco de 2016, para mí, es éste. El más bonito. El más Beatle. El más delicado. El más elegante. El más emocionante. El más sugerente. El que más he escuchado. El que más ha gustado en casa. El que más he recomendado. El que he regalado. El que me ofreció la posibilidad de disfrutar de uno de los conciertos más guapos del año. El que me ha hecho redescubrir a Big Star. El más amable. En el que la mayor parte de la gente cuyas opiniones musicales respeto y admiro ha coincidido. El mayor descubrimiento del año. El disco. El disco del año: “Those Pretty Wrongs” de Those Pretty Wrongs. Que me callo ya y que lo escuches. De nada.

PD: ha habido otros discos que me han gustado y que recomiendo encarecidamente pero que se han quedado fuera de la lista por poco. Por ejemplo los últimos de: Suede, Parquet Courts, WAS, Novedades Carminha, Kokoshca, Michael Kiwanuka, Franco (¿es “Neoliberal” una de las canciones del año?, ¿debería hacer una lista con las “Canciones del año”?), Quique González, Is Tropical, The Hinds, Wilco, Allah-las, Dodgy, Los Wallas, Dr. Maha’s Miracle Tonic (aunque éste aún no lo he escuchado)…

20 de noviembre. Mi Banda Sonora.

¿Os acordáis de aquello de Mi Banda Sonora? Sí, hombre, eso de tratar de mantener un diario personal cuyo hilo conductor fuese los discos o canciones que escuchase diariamente… Bueno, pues por si alguien no se había dado cuenta, no actualizo dicho diario desde el pasado 22 de septiembre. Prácticamente, dos meses.

Y sí, claro que he escuchado canciones y discos. Lo que no he tenido son ganas o tiempo para compartirlo. Ya os lloré en ese sentido por lo que no me extenderé. A bote pronto, podría recordar, en estos casi 60 días, escuchas asociadas a mi asistencia al BIME (Richard Ashcroft, The Go! Team, Iron & Wine), fiebres derivadas de la mencionada asistencia (Michael Kiwanuka sobre todo)

He escuchado a Paco Ibáñez (sí, Paco Ibáñez) dado que fui a ver a este radical octogenario al Arriaga; me dio hace unos días por revisarme la discografía de los Charlatans (vaya usted a saber por qué) o he pinchado en casa las últimas adquisiciones (desde Ike & Tina Turner, pasando por La Costa Brava y terminando, qué sé yo, en Grapefruit)

En fin, que había material para rellenar el dietario pero ha habido demasiadas prioridades ajenas a este blog, la mayoría de ellas de carácter laboral o pseudolaboral. Supongo que aún las hay por lo que no me voy a comprometer al mantenimiento diario de Mi Banda Sonora.

En ese sentido, algo que me ha trastocado profundamente en las últimas semanas ha sido un cambio, el que emprendo en escasos minutos, dejando mi puesto en el que ha sido mi trabajo durante los últimos cinco años y pico y que tendrá su continuación en una nueva aventura que arrancará la mañana del próximo lunes.

Acabo de despedirme de mis compañeras y compañeros. Es un hasta luego, sí, pero me ha dado cosica. Siempre me han atraído los cambios y este no es una excepción pero el proceso de despedida siempre es emocionante. En fin, que no me voy a extender para que no se me meta nada en el ojo por lo que despediré este post con una canción que describe de forma muy evidente este trastorno mencionado, este cambio de aventura, trabajo, empresa, etcétera que me ha absorbido buena parte de mi tiempo estas semanas. «Changes» de David Bowie es mi banda sonora perfecta para este día.

Buenas tardes.