Cienfiebres Musicales #16: When we were the best

Hasta que podamos celebrar en el Panorama la fiesta When we were the best dedicada al britpop, tendréis que conformaros con este episodio, en el que repaso la mencionada etiqueta con la excusa de los 25 años del (What’s the story) morning glory? de Oasis, del Great Scape de Blur y del Different Class de Pulp.

Muchas ganas de desgañitarme junto a mis amigos, a los que dedico especialmente este capítulo. Una reivindicación de un movimiento y de un momento muy especial en mi vida.

Suenan:

Sigue leyendo

Cienfiebres Musicales #9: Bares, ¡qué lugares!


Instigado por el extraordinario retrato que Holden Fiasco realizó hace unas semanas a El Tubo en su blog y partiendo de la máxima expresada por David Andrés, aka Kalbo, de que los bares son esenciales, el noveno episodio de Cienfiebres Musicales va dedicado a los garitos, máxime en un momento en el que, a consecuencia de la maldita pandemia, están en el punto de mira.

Eso sí, mi pequeño homenaje, aunque se haga extensible a todos los bares en general, está dirigido a cuatro establecimientos que, en mayor o menor medida, me han influido en mi biografía personal y musical; cuatro garitos de mi pueblo, Barakaldo, que han sido importantes para un montón de gente: Aterpe, Alaska, Tubo y Panorama.

¡Fuerza y ánimo! ¡Va por ustedes!

Suenan:

LA HABITACIÓN ROJA: Crónico // GEORGIE FAME: Somebody stole my thunder // OASIS: Married with children // PARÁLISIS PERMANENTE: Héroes // GABINETE CALIGARI: Tócala Uli // LOS ENEMIGOS: La cuenta atrás (2020) // PET SHOP BOYS: Happy people // BAND À PART: Templos y neones // JUAN MURO: Teu sapato // LOS JAMBOS: Noche de diez

Cienfiebres Blogcast #3. No será peor de lo que era, seguro que es mejor.

[A partir de aquí, lean como si estuviesen escuchando]

Bienvenidas, bienvenidos al número 3 de Cienfiebres Blogcast… hoy con una edición especial dedicada a un amigo que el pasado viernes terminó su cuarentena hogareña, en la que ha tenido que estar después de once días previos ingresado en el hospital. Va por él, por todas las personas que están enfermando estos días, por las que no, por las que salen y por las que desgraciadamente no… un amigo que me lo imagino aquí al lado, como cuando hacíamos LFA en BI FM, o sea, un apasionado de la radio, y un amigo que me lo ha puesto fácil para este programa ya que durante el proceso de convalecencia por COVID, él fue poniendo una especie de banda sonora que compartía con sus amigos… arrancamos, pues… va por ti, Jon:

Sonaba «Indestructibles», cuarto corte del álbum «Fue eléctrico» del grupo valenciano La Habitación Roja. Esta nos la mandaba Jon el 25 de marzo, tras pasar sus primeras horas ingresado, tras acudir a urgencias porque no mejoraba tras unos cuantos días de fiebre y tras diagnosticarle neumonía. Acompañaba la canción con unas palabras en la que lo que significaba es que leía nuestras muestras de ánimo y cariño. Él también nos mandaba una ración de ello desde la habitación del hospital.

Repasando la letra de este tema, hay un fragmento que, sacado de contexto o, mejor dicho, trayéndolo a esta realidad que nos rodea, cobra un siniestro sentido:

No lo recuerdan ni los viejos del lugar
Nuestros gobiernos no aciertan a concretar
Si hubo algún indicio, alguna señal
Que lo hiciera sospechar

Bueno, pues esa fue la primera que nos mandó Jon… si quieres conocer la segunda, ahí va…

Cinco días después, el 30 de marzo, fue la siguiente vez en la que el bueno de Jaet (éste era su nick en LFA) se puso en contacto con nosotros mandándonos una canción, ese «Acquiesce» de los hermanos Gallagher, single que salió en el año 1995, mismo año que salió el mítico «What’s the story morning glory» aunque no entró en dicho disco.

Junto al enlace a la canción, Jon nos decía esto: «Poco a poco voy dando pasitos para adelante. Me han bajado el oxígeno y esperan quitármelo mañana. Cuidaros y cuidad de los vuestros, becouse we need each other. Rock and roll«.

Seguimos en este programa especial… con este pepinazo…

Uno de los hits más clásicos y reconocibles de Los Planetas, ese «Cumpleaños total» que Jon usó sólo un día después de su última comunicación para traernos buenas nuevas sobre su estado, lo que le llevó a rescatar esa frase de la canción que dice «No será peor, seguro que es mejor», mensaje positivo que ha servido para titular este tercer Cienfiebres Blogcast y que inspiró a una amiga de la cuadrilla para que todo el grupo de amigos y amigas confeccionásemos un vídeo de ánimo para Jon con este tema de fondo…

Afortunadamente, esta especie de crónica musicada de un convaleciente por coronavirus va llegando a su fin…

Pues sí, final feliz. El 3 de abril Jon nos escribió desde su casa. Es más, nos envió un vídeo protagonizado por él acompañado de este clásico atemporal de Oasis (se ve que el amigo no es muy fan de los Gallagher, no…) remarcando que ya era libre de ser lo que sea…

Yo voy a recordarle que aún le quedaban dos semanas de reclusión en una habitación, lo cual me lleva a dedicarle un último tema, éste de mi cosecha pero jugando sobre seguro… no sin antes mandar ánimos a toda la gente que pueda escuchar-leer ésto desde sus casas o desde la habitación de un hospital, tratando de subrayar que a pesar de que todo esto es una puta mierda, mucha gente se recupera y sale… KEEP THE FAITH!

Así que nada, cerramos este tercer Cienfiebres Blogcast con Dodgy, grupo poco reconocido, en mi opinión, de entre las muchas bandas que cupieron en ese saco llamado brit pop y con un tema, «In a room», que es el que le quedaba a Jon para rematar esta especie de banda sonora sobre el coronavirus, su banda sonora… espero que guarde este programa como recuerdo, aunque dudo mucho que lo vaya a olvidar… Cuídense y hasta la próxima.

4 de julio (2009). Mi Banda Sonora.

Toda la peña poteando en Zaballa y cenando bocatas en Gernikako Arbola. Yo arriesgando con los tragos y ella recogida pronto para prevenir ojeras. El viernes 3 de julio hizo un calor sofocante. El 4 ya, tal.

Nunca había dormido en la casa de Pedro y Bego, en la cama de Adrián. Mi hermano me despertó y me confirmó que, efectivamente, ya tal.

Yendo a casa, a mi casa – y es que la casa de los padres siempre será la casa de uno – no veía Sestao. Era un día gris, cargado, abigarrado por las nubes y que anticipaba lluvia. Los pronósticos no se equivocaban.

Desayuno con mi tío, con mis padres, con Judith. Y un cigarro con Vanessa, mi sobrina. Llevaba cerca de once meses sin fumar. Hoy, 4 de julio, sabía, lo sabía desde hacía semanas, que iba a recaer.

Llega David. David retrata una casa en modo zafarrancho. Un piso de apenas 70 metros en el que hay demasiada gente acicalándose. No muchos nervios. Los justos. Me fumo otro cigarro. Ya sabía yo que iba a recaer hoy. Once meses.

Mi hermano Jose ha lavado el coche. Me ha lavado el coche. Mi coche. En él me lleva. A mí y a mis padres.

Y allí están todos. Mi cuadrilla. Su cuadrilla. Mi familia. Su familia.

Cuando ella llega vuelvo a notar unas mariposas en el estómago. O algo así. Una sensación, confesémoslo, que había ido desapareciendo conforme iba pasando el tiempo. Algo normal, algo asumido que hoy, 4 de julio, en cambio, renace. Curioso.

Noemí y sus compañeros han adaptado maravillosamente bien una serie de canciones a cuarteto de cuerda. «Svefn-g-englar» de Sigur Ros; «Wathever» de Oasis; «All you need is love» de los Beatles; «Lovers in Japan» de Coldplay. No en ese orden. Y puede que me deje alguna. Los nervios. Los justos.

David retrata a los recién casados, nos retrata, en un parque húmedo, mojado. David retrata a los invitados en el mismo parque. Algunos invitados beben ya en los bares cercanos al parque.

El coche de Alfredo nos conduce a la torre. La torre desde la que vemos el pueblo. Mi pueblo. Nuestro pueblo. No vemos Sestao. No vemos La Arboleda. No vemos casi Cruces. El sábado 4 de julio ya, tal. Los pronósticos no se equivocaban.

La torre tiene una terraza. Una terraza desde la que compartimos vino y viandas. Y besos y abrazos. Y primeras charlas. Y primera sensación de que hoy estamos con todos y con nadie. Y más cigarros. Llevaba once meses sin fumar. Sabía que hoy iba a recaer.

Entramos al comedor gesticulando absurdamente – al menos, yo – al ritmo de «Viva la Vida» en una versión en directo. Caluroso recibimiento. El evento influye, claro, pero creo que la canción es determinante. De hecho, se convierte en la canción, en la banda sonora del 4 de julio. El vino también influye.

La gente se va (nos vamos) a emborrachar. Es una comida larga, muy larga, con mucho tiempo entre platos. Un tiempo que se llena de plática y de alcohol. Estoy extasiado. Afuera, en la terraza de la torre, llueve. Estoy extasiado. Estoy feliz.

No es un vals. Es «All you need is love». Se han roto las hostilidades lúdicas con esa canción. Las hemos roto con esa canción.

Y no sé. Intentamos que la mayoría de la gente tenga su canción. Todas ellas formarán mi banda sonora del 4 de julio. A saber… «Real gone kid» de Deacon Blue para Pedro; una de Miguel Bosé para José; ¿Los Pecos para Loli?; mi padre se desgañita con mi suegro cantando «Soy Minero» de Antonio Molina; Judith tiene el «Satisfaction» de los Stones; Eneko «Live Forever» de Oasis; David el «Rock’n’roll» de la Velvet; Raúl tiene «Hoppípolla» de Sigur Ros (produciéndose un gran momento con todo el mundo sentado en el suelo); Javi tiene «El pasaporte» de Los Brincos (que yo descubrí en su boda); Rober tiene a Depeche Mode o a Héroes del Silencio (o a los dos); Diego (y su aclamada mariquita en la solapa) se luce con el Fary (true story); «Un buen día» de Los Planetas para muchos; y muchos otros tienen más pero no me acuerdo; no son todas las que están o no están todas las que son. Los nervios. Los justos.

Algunos de mis amigos han roto una mesa; Ana y yo subimos a una silla; se sacan pintxos que apenas se comen; estoy sudando; la gente se va a los bares; nosotros también. Estoy haciendo algo que siempre me había parecido ridículo; afuera, en la terraza de la torre, llueve. Estoy extasiado. Estoy feliz.

El domingo 5 de julio muchos se han descargado como tono de móvil «Viva la Vida» de Coldplay. No en la versión en directo que triunfó ayer. No era una canción pensada para nadie y, sin embargo, se acabó convirtiendo en la canción de todos. Una canción a la que le tenía un poco de tirria por la excesiva saturación, por habérmela tragado día, tarde y noche en la radio del coche que alquilamos cuando fuimos a la Toscana y que sólo sintonizaba bien una emisora italiana que, como digo, emitía a todas horas el hit de Chris Martin y compañía. Una canción que, sin embargo, se acabó convirtiendo en la banda sonora del sábado 4 de julio de 2009.

* Sí, hubiera quedado guay haberla publicado el pasado sábado pero no era plan.

24 y 25 de enero. Mi banda sonora.

El sábado sonó el primer CD de esa cajita que homenajea a la cinta C86. Guay, aunque también hay morralla. Tras ello, paseo bilbaíno con Jorge, visita a La Casa de Atrás y cambió el de los House Martins por el de los Undertones, tal como pronostiqué. Y ya. Poca música, quizá, para ser sábado.

Hoy, de nuevo, me he levantado con canción en la cabeza. La tonadilla en cuestión ha sido «Slide Away» de Oasis. He puesto el «Definitelly Maybe». ¡Cómo me ha molado revisitarlo! No deja de ser uno de los discos más importantes de mi adolescencia. Casi lloro desgañitándome con «Up in the Sky». Nicolás flipaba. En fin.

Luego me he puesto el single de «Himno Generacional #83» de Los Planetas. Lo he puesto porque no lo había estrenado tras comprarlo aunque luego he caído que, con ambas escuchas, ha quedado un domingo súper nostálgico o, al menos, un domingo en el que han sonado canciones que fueron muy, muy importantes.

Y esa ha sido mi banda sonora de los días 24 y 25 de enero de 2015.