Cosecha 2017. Los discos.

En las canciones, mis canciones, mis favoritas de 2017 que os presenté el otro día, no jerarquicé. Podría haberlo hecho, sí, pero no lo hice. No sé si me pudo una especie de gula o premura por publicar. De hacerlo antes que la Navidad nos pille de lleno y la gente ya no presté atención a las millones de listas que se están publicando en estos días. O quizá fue, simplemente, porque me costaba hacerlo, me costaba distinguirlas, teniendo en cuenta, además, que, de alguna forma, quedarse con diez de 172 ya supone una clasificación. Bueno, el caso, en todo caso, es que hoy, con los discos, planteo una disposición típica del 10 al 1, siendo 10 el mi décimo disco favorito del año y el 1, pues eso.

Mucho rollo, amigos, para introducir mi Cosecha 2017 en forma de discos. Y más rollo, claro, el que os viene a continuación pero sé que lo estabais esperando… Con ello os dejo, con mis diez álbumes favoritos de estos doce meses:

10.- LOS PLANETAS: «Zona temporalmente autónoma». Igual me traiciona mi condición de fan de J y cía. Nada sorprendente para quien me conozca. Pero más allá de ser seguidor declarado de Los Planetas, su nuevo disco, “Zona temporalmente autónoma” nos ha devuelto, en mi opinión, lo mejor de los granadinos. Sólo por «Islamabad» o «Espíritu Olímpico» se merecen estar aquí. Recordad, en todo caso, que esto va de fiebres, de cienfiebres, y esta, desde un punto de vista histórico-biográfico, (casi) siempre merecerá un hueco en mis cosechas anuales.

9.- THE LUNAR LAUGH: «Mama’s Boy». La dosis de sol de la costa Oeste de 2017, de pop de guitarras delicioso, de folk-pop pluscuamperfecto, etcétera. Vaya disco más bonito es “Mama’s boy”, joder. No queda otra que agradecer a Pedro Vizcaíno y su sello You are the Cosmos esta labor por descubrirnos cotidinamente la belleza en forma de canción redonda. «Mama’s Boy», insisto: ¡Qué cosa más bonita! De esos discos de darle al “repeat” en varias canciones. De esos discos que le gustan a la dueña y que me pide que vuelva a poner en el coche. ¡Qué cosa más bonita!, insisto.

8.- LAS KASETTES: «Bajo el sol». Me llamaron la atención con el maravilloso cover que hacen del tema de Elia y Elizabeth «Ponte bajo el sol». Pero me escuché el disco entero y me conquistaron absolutamente. Si alguien organiza una fiesta o un picnic musicado, por favor, que pinchen el LP o, directamente, que las contraten para actuar. Maravillosas.

7.- SLOWDIVE: «Slowdive». ¡Viva el Shoegazing! ¡Viva Creation Records! ¡Vivan los Slowdive! Una banda favorita que ha regresado este año con nuevos temas después de que su última referencia date del año 1995, o sea, 22 años. Y regresan con un señor disco, de aire oscuro, introspectivo y atmosférico, intenso, con deje experimental, que contiene, por otra parte, una señora canción prototípica, «Star roving», para los que somos fans, en definitiva, de las bandas que se miran los pies al tocar y que editan para Creation. Putos amos.

6.- HAVOC: «Amado líder». Cienfebrismo, sí. Los donostiarras se llevan el dudoso honor de componer uno de los mejores discos de 2017 para un Cienfiebres por una sencilla razón: porque me han proporcionado un chute de nostalgia (ese sentimiento que tanto nos gusta a todos por mucho que algunos se empeñen en negarlo) pielgallinesca. Escuchando “Amado líder” me he retrotraído a una época en la que el “Tejido de felicidad” era uno de los discos que más escuchábamos en la lonja; un momento en el que pagué una pasta por el “Sensazione” de Flow; días en los que nos íbamos a Basauri (cuando nadie tenía coche ni había metro) para ver, junto a cuatro pelagatos más, a La Habitación Roja; o me recuerda el bolo de Los Planetas en el Azkena de Vitoria y la brutal farra que nos corrimos esa noche o el de Sexy Sadie en Sopelana y tres cuartos de lo mismo; o me hace revivir como le insistía a Ana para que escuchase “Evolution” de Mercromina; o cómo quemé aquel recopilatorio llamado “Ruido” con, supuestamente, los grupos del momento de esa etiqueta que entonces era mucho y ahora no es más que algo manoseado hasta la extenuación llamada Indie… pues eso, Havoc han conseguido hacer que sienta algo como lo que sentía hace veinte años (y alguno más) y eso ya ha sido la hostia.

5.- JOSELE SANTIAGO: «Transilvania». Nunca he sido muy fan de Los Enemigos, lo admito. Sé que esto me restará puntos para acceder a los puestos nobles del manual del buen rockero patrio pero es lo que hay. Dicho lo cual, quién me iba a decir a mí que este disco, este «Transilvania» iba a ser uno de los que más acabaría escuchando este año que se nos va, convirtiéndose en uno de mis favoritos. El caso es que me enganchó un tema, “El bosque”, quizá por sus formas más suaves, atemperadas y evocadoras, y una vez mordido el anzuelo, la manzana, canciones como «Un guardia civil» o «Ángel» o cualquiera de las nueve restantes me arrastraron irremisiblemente a un universo personalísimo e íntimo en el que en cada escucha se siguen encontrando nuevos y fascinantes territorios. Un auténtico discazo.

4.- MIQUI PUIG: «Escuela de capataces». El cienfebrismo, como bien sabéis, es decir que el disco “Escuela de capataces” de Miqui Puig es lo mejor del año. Es decirlo, claro, en el mes de junio. Y, por supuesto, que, al de dos semanas, otro álbum y artista le arrebaten ese título. Esto es así. De hecho, son tres los que le han sacado de tan honorífico puesto. Pero también dije ese mismo mes de junio que «Escuela de capataces» estaría en mi top 5 y, ahí sí, afiné más. Y es que es una maravilla. Y es que vaya colección de canciones más bonitas que se ha vuelto a currar el ex Sencillos… Y es que sólo por el hecho de que unos de sus temas empiece diciendo “tan normal no será, cuando nos gusta la sangre embutida”, ya me ha ganado. Y si encima dicho tema y los diez restantes están realizados por un tipo que se mantiene coherente a sus señas de identidad y al buen gusto a la hora de elaborar temas de pop sin mayores pretensiones, pues eso, como para no incluirle entre mis discos favoritos de mi Cosecha 2017.

3.- BIZNAGA: «Sentido del espectáculo». Álbum arrollador de punk-rock oldschool (¿soy el único que cree percibir el punk inglés de finales de los 70?), cargado de actitud. Más allá de la palabrería barata que yo pueda escribir, he devorado este álbum hasta la saciedad, me ha emocionado infinítamente, me ha reavivado esa especie de crisis pre-40’s que me ha hecho rastrear un pasado musical que debía haber vivido hace 20 años, desbrozando pasadizos llenos de alimañas, abriéndome las puertas de tugurios que no pensaba yo que fuese a conocer, enfebreciéndome, al fin, como ningún otro disco editado en España ha conseguido este año. Un artefacto tremendo y absolutamente certero en los mensajes que transmite.

2.- THE JESUS AND MARY CHAIN: «Damage and joy». Algo típico, va: el último trabajo de los hermanos Reid gana con cada escucha. De hecho, cada una de esas ganancias le ha convertido en mi segundo favorito del año. Además, he de admitir que empecé con él con ciertas reservas porque algunas críticas leídas lo llegaba a tildar, en general, de medianía. Quizá a muchos de los que lo ven así, este regreso les pueda parecer excesivamente “accesible”. Bendita accesibilidad, añado. Canciones de rock clásico, con guitarras marca de la casa, canciones redondas, una tras otra, muy bien cohesionadas y algunas llamadas a convertirse en himnos del 2017 (“All things pass”, “Always sad”, “The two of us”…) En fin, fiebre total con este álbum.

1.- ROBYN HITCHCOCK: «Robyn Hitchcock». Amenazo: os voy a escribir un artículo, algún día, reivindicando a los advenedizos. Lo digo en estos días de adviento. Los que llegamos los últimos, a veces, a elementos consagrados. A símbolos reconocidos. A propuestas de culto, con legiones de seguidores que, a menudo, pueden mirar por encima del hombro a los recién llegados pero que, finalmente, reciben de buen grado al nuevo miembro de la secta. Siguiendo con el tono ecuménico que está adquiriendo este texto, doy gracias a Dios por ser un advenedizo al universo Hitchcock. Me complace, además, llegar al mismo con el disco que muchos de sus feligreses aciertan a señalar como uno de los mejores, si no el mejor, de la extensa obra del británico. Yo, como advenedizo cienfebrista, lo he flipado, la verdad. Y no es que el que fuera miembro de los Soft Boys haya descubierto la pólvora, pero Hitchcock, en este trabajo que lleva su propio nombre y apellido, amalgama de tal forma el pop y el rock que todo amante del buen pop y el buen rock debe escuchar, que el disco en cuestión sirve de guía cuasi espiritual para cualquier persona presta a escuchar un puñado de canciones redondas, perfectas. «Robyn Hitchcock» logra recoger de una forma inmejorable algunos de los mejores sonidos que pueblan, en definitiva, la música popular históricamente: esas guitarras power poperas, esos guiños sixties psicodélicos, ese nervio nuevaolero, esos devaneos pseudo-countries… «I want to tell you about what I want», «Mad Shelley’s letterbox», «Detective Mindhorn», «Autumn sunglasses»… en fin, Alabado sea el Señor (Hitchcock) y su Palabra en forma de 10 canciones y benditos seamos los advenedizos.

Las Fiebres Musicales de junio (I)

Ya que hoy ha sido día de txupines, me voy a poner petardo y voy a compartir, como cada mes, en dos cómodos plazos, lo que han sido las fiebres musicales que me han sacudido y las bandas sonoras que han conformado, en este caso, el de junio. Y como se me acaban las paridas con las que hacer la introducción, dejo de introduciros y pasamos a la acción…

En la lonja, bajera, cuarto, local, llámenlo equis, que tuvimos mi cuadrilla y yo hace cosa de veinte años, un enorme póster de Eskorbuto presidía la, digamos, sala de estar. La imagen en cuestión reproducía la portada del disco «Impuesto revolucionario», en la cual los Iosu, Juanma y Pako aparecían caricaturizados. En aquella época, la banda santurtziarra era de las que más sonaban en la lonja. Competía por el número uno con Extremoduro (y alguna cosilla onda hardcore en plan Rancid y así) y también con los que abanderábamos la vertiente más pop del habitáculo, que insistíamos en pinchar a los Oasis o a Los Planetas, qué sé yo.

Como podréis intuir, yo formaba parte más de ese segundo grupo y, por ende, solía hacer caso omiso a las propuestas del bando rival y, por tanto, Eskorbuto no me despertaba gran interés. Tampoco es que me desagradasen. Además, en cierta forma, me agradaba reconocerles como una especie de símbolo o icono de una comarca como la nuestra, la de la margen izquierda del Nervión. Pero hasta ahí.

El caso es que, como ya he contado en alguna que otra ocasión, ahora, con 39 palos, me veo atraído por sonidos que, teóricamente, son más lógicos – si es que se puede hablar en esos términos – en otras etapas. Y entre ellos, de un tiempo a esta parte, la vida y obra de los malogrados santurtziarras me ha llamado la atención sobremanera. Tal es así que la emisión, el pasado 31 de mayo, de un especial dedicado a los Eskorbuto en El Sótano de Radio 3, disparó mi fiebre a altas temperaturas y durante unos cuantos días del pasado junio me he detenido mucho más en escucharles, leer sus letras, ver vídeos y demás… y, precisamente, analizándolos ahora desde la perspectiva que da la edad puedo concluir que, efectivamente, me parece perfectamente lógico y compatible que me puedan gustar en la actualidad.

Dado que me he venido arriba con la primera de las febrículas de junio, en la presente seré más breve. Carlos pone en su muro de Facebook el clásico corte 60’s «I can’t let Maggie go» de los Honeybus. Yo recuerdo la cara B de ese single, ese maravilloso trallazo beat que es «Tender are the ashes». Llego a casa, me pongo el CD grandes éxitos que tengo por ahí y que me tosté del original que vendíamos en la tienda de discos y me tiro otro par de días enfebrecido ahondando en una de esas bandas que no tuvieron el impacto de muchas de sus coetáneas pero que merece la pena revisar y redescubrir.

Tercera fiebre: tiramos de tópico y abuso de los dos puntos: a cada escucha del último trabajo de los hermanos Reid, éste gana. Se va a convertir en uno de los discos del año para este que escribe y, por tanto, en una de las fiebres de 2017, no sólo del mes de junio. Además, he de admitir que empecé con el «Damage and joy» de los Jesus & Mary Chain con ciertas reservas porque algunas críticas leídas lo llegaba a tildar, en general, de medianía. Quizá a muchos de los que lo ven así, este regreso les pueda parecer excesivamente «accesible». Bendita accesibilidad, añado. Canciones de rock clásico, con guitarras marca de la casa, canciones redondas, una tras otra, muy bien cohesionadas y algunas llamadas a convertirse en himnos del año («All things pass», «Always sad», «The two of us»…) En fin, fiebre total con este álbum.

Creo que fue el hilo musical de una tienda, no recuerdo ahora cuál. Soul elegante, elegantísimo. Y sí, no lo negaré: usé Shazam. Tenía que reconocer qué sonaba. Y era él, al que muchos de los entendidos en la materia negra le califican como el puto amo: Mr. Al Green. Y de la tienda en cuestión a una hipertermia de puta madre. Y a explorar un poco más en la figura de uno de esos nombres que siempre estuvo ahí pero en el que nunca me detuve, como buen cienfebrista. Y de ahí a encargar dos de sus álbumes básicos para que pasen a formar parte de mi colección y a secundar a los expertos: el puto amo.

Y ya. Lo dejamos aquí porque no hubo mucho más que me enalteciera en demasía los pasados 30 días y porque tampoco es plan de que nos dé aquí, junto al teclado, el día de San Fermín. Mañana (si es posible) vuelvo con lo descubierto. Ale pues.

Las fiebres musicales de febrero (y II)

Diecinueve nuevas canciones editadas en 2017 sumadas a mi lista con el nombre del presente año. Rescatamos diez para cerrar el segundo episodio de estas fiebres POP dedicadas al mes de febrero.

10.- AMA: Nadie más.

De los rescoldos del Donosti Sound sobrevive esta banda, Ama, de la que hacía mucho que no sabía nada. Y qué bueno volver a saber de ellos con temas como este «Nadie más». Languidez propia de la etiqueta en la que tan fácilmente me he apoyado pero con un optimista punto de pildorazo pop de dos minutos y pico que llama a superar miedos si estamos siempre juntos. Arrebatadora.

9.- ROSE ELINOR DOUGALL: Colour of water.

La luminosidad que se desprende del color del agua de la señorita Dougall a mí, personalmente, me ha cegado. Pop mántrico o con dejes psicodélicos de una chiquita que formó parte de una banda que me gustó mucho hace unos años, las Pippettes. El tema se merece la fiebre. El álbum al que pertenece y que lo abre, «Stellular», bien merece ser escuchado con atención.

8.- SACRED PAWS: Strike a match.

Tema para danzar en la indie disco aquella a la que cantaba el gran Neil Hannon. Hit juvenil, con su puntito tropical (ya un poco de modé) y toda la parafernalia que uno quiere cuando sale de fiesta o trasnocha en el festival estival que toque. Muy buen rollo el de este «Strike a match» perteneciente al álbum homónimo de unas escocesas llamadas Sacred Paws de los que no había oído hablar hasta este mes que se nos fue ayer. Venga, a bailar.

7.- CATE LE BON: Aside from growing old.

Tengo avisar a mi amigo Edu TwoBaskos de que hay un nuevo fichaje galés a tener en cuenta: Cate Le Bon. Por otra parte, escuchándola, es probable que el bueno de Edu la tenga controlada porque se mueve en estilos que sé que a él le molan, esto es, folk oscurito y onírico de soterrada elegancia brit. Fantástico descubrimiento el de esta chiquita y fantástica e hipnótica canción esta maravillosa «Aside from growing old», primer corte de un EP titulado «Rock pool».

6.- RIDE: Home is a feeling.

De las mejores noticias musicales que ha deparado este mes de febrero, ha sido el ver que una de mis bandas más veneradas, Ride, sacaba dos nuevos temas, «Charm assault» y este «Home is a feeling». Y a punto he estado de poner los dos al alimón pero he de admitir que, a los puntos, dicho honor se lo ha llevado la segunda. Me he quedado con el ambiente etéreo desplegado (tan My Bloody Valentine) y por el hecho de que la primera es un buen hit rockero pero le faltaba ese algo, ese no sé qué (¿la típica distorsión shoegazer?) que hace tan especial a Ride. En cualquier caso y tal como dijimos en enero refiriéndonos a Slowdive, a tope siempre con la escudería Creation.

5.- LOS PLANETAS: Islamabad.

Los granadinos se cuelan en mis fiebres por segundo mes consecutivo. Nada sorprendente para quien me conozca. Pero más allá de ser fan declarado de Los Planetas, los dos temas seleccionados bien lo valen. Si el mes pasado decíamos que el «Espíritu olímpico» era un fantástico y bienvenido clásico hit-más de lo mismo, este «Islamabad» tiene un toque atmosférico muy, muy planetero pero la forma de cantar de J cambia, a mi modo de ver, hacia un recitado diferente y con un acento andaluz que no le había detectado en su faceta de frontman de Los Planteas (con GDESYN sí se le nota más) ¿Tendrá que ver en ello el hecho de que se supone que este tema es un acercamiento al género trap mediante un split con un tal Young Beef? No sé, que sea lo que quiera, pero este «Islamabad» (con letra muy canción protesta, por cierto) me lleva a presagiar que el nuevo disco, «Zona temporalmente autónoma» (a la venta el 24 de marzo), nos puede devolver lo mejor de los mejores Planetas.

4.- TY SEGALL: Papers

Quizá el prolífico mozalbete yankee haya sacado, en el momento en el que escribo estas paridas, otros seis discos más y cada uno hijo de su padre y de su madre. Me cuesta seguirle el ritmo pero témome que debería. Al menos, sería obligatorio si toda su obra sigue por los geniales derroteros de canciones como este «Papers». Tensión psicodélica y garagera con estribillo brillante. Un verdadero temazo y un gran tantazo el que se han apuntado mis amigos de Ebrovision cerrando a Ty Segall como única fecha en España el próximo mes de septiembre.

3.- FUTURE ISLANDS: Ran.

Atraído por el éxito de su anterior disco «Singles» (que, admito, tampoco es que yo supiese apreciar), llego a este «Ran» y descubro lo que, creo yo, está llamado a ser una de las canciones de 2017. Tema con aspecto de himno que emparenta con la epicidad de unos Arcade Fire llena estadios, pintado con toques ochenteros. Supongo que todos los que lo fliparon con «Singles» volverán a hacerlo ahora con este sencillo. Yo, de momento, volveré a escuchar el mencionado álbum anterior.

2.- MIQUI PUIG: Los Módena.

A mí es que un tema que empieza diciendo «tan normal no será, cuando nos gusta la sangre embutida», ya me ha ganado. Y si encima el tema en cuestión me parece un hit total hecho por un tipo que se mantiene coherente a sus señas de identidad y al buen gusto a la hora de elaborar temas de pop sin mayores pretensiones, pues eso, como para no meterla ya como una de mis canciones/fiebres del presente año. Sólo espero que el resto del disco al que pertenece, «Escuela de capataces», esté la mitad de bien que este «Los Módena». Y sí, llevo los calcetines a juego, Miqui, tranquilo.

1.- JESUS AND MARY CHAIN: Always sad.

Y mi canción favorita de febrero de 2017 es un señor pepinazo de los hermanos Reid. «Always sad» nos pone contentos. «Always sad» es el hit por el que habríamos guardado auténtica devoción a los británicos hace veinte años. «Always sad», con esas urgentes guitarras y con esa maravillosa voz invitada (la de Bernardette Denning), nos pone los dientes largos y en tensión a la espera de que llegue el próximo 25 de marzo, fecha en la que está prevista que se edite el nuevo álbum, «Damage and joy». Ganazas.

3 de mayo. Mi Banda Sonora.

Bueno, más bien, hablaremos de mi banda sonora del 1 de mayo. Y es que desde ese día hasta hoy, un maldito bicho vírico está atacando a mi pequeño cachorro y tanto su ama como yo bastante tenemos con bregar ante sus desagradables consecuencias y, por ello, ni tiempo para escuchar música ni tiempo para escribir la banda sonora del día del trabajo… Dicho lo cual…

ya os dije que en su día no me funcionaba el CD tostado del «Dizzy heights» de Lightning Seeds. Asunto resuelto. Ejemplar recibido y sonando la mañana del viernes. Por la tarde, me apeteció poner el «Psychocandy» de los Jesus & Mary Chain, álbum que sonaba cuando mi hermano Jose junto a mi cuñada Eva visitaron a Nicolás (los padres pasamos a un segundo plano) aprovechando que se subieron para ver a Vetusta Morla. Y Jose me insiste en que escuche a la banda que teloneará a los madrileños, unos tales Rufus T. Firefly. Que ya lo haré y tal. Que por qué no te van los Vetusta, que a Ana ya le hubiese gustado ir pero no puede, etcétera. Acabamos hablando de bandas patrias y acaban sonando Perro y Novedades Carminha, los últimos grupos españoles que más me han entusiasmado.

El caso es que me habría molado después haber bajado a ver un poco el ambientillo en los aledaños del BEC y haber tratado de analizar al público asistente a un macroconcierto (bueno, por lo que me han dicho, al final no fue tan macro) de Vetusta Morla (como hice hace años, por cierto, con el respetable de Leonard Cohen cuando el canadiense también actuó en Barakaldo) pero, como decía al principio, me debía al pequeño.

Y ya, ni ayer ni hoy, día de la madre, ha habido hueco para hacer sonar disco alguno.

El día de la madre. El primero sin la mía. Recuerdo que, más allá de coplistas, tonadilleras y folklórikas varias, a mi madre, a Lola, siempre le gustaron Duncan Dhu, vaya usted a saber por qué. Le parecerían chicos majos o algo. Sea como fuere, los donostiarras van a poner, aunque sea en forma de vídeo, la banda sonora a mí 3 de mayo de 2015. Para ti, ama.

24 de abril. Mi Banda Sonora.

odessa

Ayer nos entrevistaron sobre las #Edusohistorias para el diario El Correo. La entrevista en cuestión verá la luz en las páginas del mencionado periódico este fin de semana, el sábado o el domingo, aún no lo sé. La entrevista acabó junto a Power Records y esta mañana ha sonado el «Odessa» de los Bee Gees. Pues eso.

Hoy me he convertido en tío-abuelo. ¡Qué fuerte! A mi edad. Tío-ABUELO. Esta tarde he escuchado el «Psychocandy» de Jesus & Mary Chain. No tiene nada que ver una cosa con la otra, creo yo, pero bueno, tampoco sé cuál es la música que más le pega a convertirte en tío-abuelo. Supongo que la de los hermanos Reid no. O sí. No sé.

Buenas noches.

Esta ha sido mi banda sonora de hoy, viernes, 24 de abril de 2015.