18 de agosto. Mi Banda Sonora.

He descubierto en el coche un CD en el que, escrito con rotulador, se lee Ebrovisión 2012. Es, como podéis imaginar, una selección de discos de algunas de las bandas que actuaron en dicha edición de nuestra querida cita mirandesa. Sound of Arrows, Pegasvs, We are Standard, Corizonas… Ese fue el último año que acudimos a nuestro festival favorito. Hasta éste. Este 2015, coincidiendo con el 15º aniversario, volveremos al Multifuncional de Bayas, a la Orosco, a la paella del sábado, volveremos a saludar a amigos y a disfrutar de uno de los eventos más lúdicos y familiares relacionados con la música que yo haya disfrutado nunca.

Pero bueno, si cuadra, ya volveré por aquí a escribir cuatro letras al respecto de Ebrovisión 2015, que esta entrada está para contaros qué he escuchado estos últimos días. El CD del Ebro 2012 decía. Pero, más concretamente, me quedo con tres discos que hay en él. Dos de ellos me gustaron mucho en su momento, tanto que me los acabé comprando. El tercero es un álbum al que no presté mucha atención y que ahora, varios años después, me ha conquistado de forma sorprendente y, por tanto, trataré de hacerme con él.

Los primeros son el «Fue eléctrico» de La Habitación Roja y «El murmullo» de Templeton. El disco de los valencianos, octavo de su trayectoria, supuso mi reconciliación con ellos. Para mí fue una vuelta a su lado más fresco, más pop, menos introspectivo, por así decirlo. De hecho, alguno de los miembros de LHR llegó a afirmar que con «Fue eléctrico» pretendían hacer un trabajo en el que cada uno de sus temas sirviese para abrir un concierto. La verdad es que sigue siendo un disco que, por ejemplo, como es el caso, es muy disfrutable para desgañitarse conduciendo.

«El murmullo» de Templeton fue mi disco nacional del año. El número 1 de la lista de La Furgoneta Azul que confeccioné en 2012. Como ya me explayé allí al respecto, no me extenderé aquí y os pego las loas que vertí sobre él no sin antes indicar que envejece de maravilla:

… pero (ver puesto nº2) llegó “El Murmullo” y me conquistó. O me emocionó tanto que, al final, me rendí a sus innumerables encantos. Una obra magna de pop atemporal (jo, qué rockdeluxiano me ha quedado eso), un trabajo exquisito, perfectamente definido, ensamblado… Con un cierto toque conceptual (aunque quizá no lo tenga, pero yo lo vivo así), con todo lo que tiene que tener un extraordinario álbum de pop: canciones. Sí, pero qué canciones: ora intimistas ora luminosas… Hits pinchables en sesiones con gusto y temas para disfrutar en la soledad del hogar… Pasajes oníricos y psicodélicos… No sé… A lo mejor exagero con este disco de los cántabros Templeton pero a veces yo mido la calidad de un álbum por la capacidad que éste tiene para ponerme la piel de gallina, la capacidad de darle al repeat a algunos de sus temas (he debido de rallar ‘Miedo de Verdad y en Condiciones’ o ‘Miércoles Capitulo’ o ‘Mar Cantábrico’), la capacidad para hablarle de él y de sus canciones y de sus letras a mi mujer, por la de veces que lo he compartido en mi muro de Facebook, en mi perfil de Twitter, por la de ocasiones que le he dicho al tabernero de referencia que lo compre para el bar o que se lo grabo, porque en días de resaca me ha hecho llorar… Todas estas razones son indicadores objetivos para mí. Objetividad mezclada con la subjetividad de las emociones. Y, como ya he dicho, si de emociones hablamos, no tengo la más mínima duda de que “El Murmullo” de Templeton es el que más de ellas me ha despertado y ¿sólo? por eso es mi disco del año 2012.

Y el tercer disco a colación es el «El Fluído García» de Sidonie. De estos sí que había pasado mucho desde su tercer álbum, «Fascinado». Sidonie fue un grupo que me flipó mucho, mucho con su primer y homónimo trabajo, un poco menos pero bien con el 2º, el «Shell kids» y un poco menos pero bueno, con el antes mencionado. Me parecía un grupo muy fresco, que interpretaba un pop de tinte 60’s y psicodélico con una pátina lúdica, divertida y que, casualmente, al dar el salto a una major perdieron, a mi juicio, buena parte de esa frescura. Y no quiero con esto evidenciar ninguna animadversión al hecho de que fichasen por una multi. Me parece cojonudo que lo hiciesen pero a mí sus discos «Costa azul» y «El incendio» me parecieron aburridos, típicos de cualquier grupo del montón y absolutamente prescindibles. De ahí que no le prestase nada de atención a «El Fluído García» y, sin embargo, hete aquí que, durante estos días, me ha ido sorprendiendo y ganando. Disco redondo en el que cada uno de sus doce cortes tiene ese algo que me conecta (como me pasó con el de LHR) con sus primeros discos. Un álbum ameno, editado en la misma multi y en el que da la impresión que los catalanes se lo volvieron a pasar bien. Lo dicho, todo un (re)descubrimiento. Y, por cierto, pues ya puestos, tendré que darle una vuelta, por si acaso, a su último trabajo, «Sierra y Canadá».

Como veis, queridos, una banda sonora, la de estos días, cuyo núcleo principal lo han compuesto discos de pop patrio que me están haciendo muy llevaderos mis desplazamientos al curro. Como veis, queridos, esta ha sido mi banda sonora de hoy, martes, 18 de agosto de 2015, fecha en la que quizá debería haber dedicado unas palabras a los Supercampeones de España, el Athletic de Bilbao pero no ha sido posible.

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